COMPOSICIÓN DEL GRAL. DON JOSÉ DE SAN MARTÍN
El fantástico sable de San Martín
Un bello día con sol resplandeciente, cerca del diecisiete de agosto, la señorita Marina, organizó una salida hacia el Regimiento de Granaderos a Caballo Gral. San Martín.
Íbamos paseando, mirando por todos lados preguntándole miles de cosas a la guía, obviamente también a la profe, no podía faltar una persona que escuche, mire para todos lados, y esté callada... Esa persona era yo.
Mientras los demás se alejaban, yo me quedé distraída, mirando lo que llamaría una “espada”, nunca pensé que esa arma blanca pertenecía al “Padre de la Patria”. Con inseguridad decidí acercarme al sable, con pánico mirando de esquina a esquina hasta estar a un paso de una parte de la historia. Decidí tocarlo con la punta del dedo para luego tomarlo y empezar a jugar pensando en ser alguna de las mujeres que peleó junto al General, por la libertad de América. De repente empiezan a destellar unas chispas del sable, y me vi sumergida en una pequeña parte de la historia de la independencia de la Argentina … ¡que sería una historia increíble!
Abro y cierro los ojos repetidamente por la ceguera que me causó el destello, por mi pánico excesivo, averiguo tocando mis extremidades si estoy bien, me tranquilizo, pero vuelvo a entrar en pánico porque no sé dónde estoy. Por el temor me hago bolita y comienzo a llorar. Escucho una voz grave, levanto mi cabeza y no podía creer a quién tenía enfrente mío, y comienzo a reír pensando que me volví loca al ver cara a cara, a uno de los héroes de la Argentina.
- Gral. San Martín ¿podría pellizcarme o pegarme, por favor? -pegando mis palmas como diciendo una plegaria
- ¿Por qué pequeña?, yo sería incapaz de hacer semejante atrocidad. De hecho, siendo Gobernador de Cuyo, prohibí los castigos corporales que se aplicaban a los niños en las escuelas.
- Sí señor, -pienso- está claro que esto es la vida real, esas palabras nunca saldrían de mi boca ni en mi imaginación... tengo miedo-.
- ¡¡ Mi sable!! Pequeña, ¿qué hacías con esto? Es peligroso. - me dijo, agarrando su arma blanca.
- Mi general, - con voz aguda- no se asuste con lo que le comentaré, pero vengo del futuro siglo XXI, específicamente, del año 2021. Estaba en una salida con mi escuela…, con mis compañeros y maestros, hacia el Regimiento de Granaderos a Caballo Gral. San Martín, vi su sable y sin pensarlo dos veces lo tomé y empecé a jugar con él y salieron chispas de la cuchilla y así es como llegué acá. Por cierto, San Martín, ¿por qué necesita tanto su sable?
-Cuando volví al Río de la Plata, enseguida fui enviado a detener a los españoles, creé el Ejército de Granaderos, y …los recuerdos vienen a mi memoria como si lo estuviera viviendo ahora… ¡Lucharé en San Lorenzo para defender nuestro territorio!
- ¿Puedo ir? Porfa, porfa, porfa, porfa…-. le decía corriendo alrededor de él.
-Si tanto insistes puedes venir-.
- ¿De verdad? Yo ya le iba a dar un discurso para convencerlo, así que… gracias-.
Otra pregunta General, ¿dónde está Cabral?
- Está allá. -apuntando con su dedo a su derecha a lo lejos. - ¿Por qué lo necesitas?
- Digamos que él ha hecho algo por usted, que nadie podría recompensar, sólo podríamos agradecerle. ¡¡¡ SAN MARTÍN, YA TENEMOS QUE IRNOS!!!-.
Cabalgamos durante dos días, en la noche no podía dormir ni esperar para poder ver cuando Cabral salva a San Martín. Hasta que llegamos al campo donde ocurriría la batalla. Logramos ver que se acercaban los godos.
-Corre pequeña ve a refugiarte por… ¡allá! -. Señalando a una iglesia.
Desde el campanario pude observar toda la lucha sangrienta. Desde otros lados no podía observar nada por el humo de los cañones, más el polvo de las pisadas fuertes en la tierra. Hasta que logro observar el acto que esperé toda la noche. Hicieron caer al caballo de San Martín, quedando él, atrapado bajo su caballo. Un godo aprovechó que José estaba indefenso y quiso matarlo con un golpe de bayoneta, pero Cabral que ya se encontraba herido, llegó con seguridad y detuvo su filo, con su cuerpo. Lloré de felicidad y tristeza, tristeza por la muerte de Cabral y lo devastada que la familia habría de estar, y felicidad por el acto heroico que hizo para salvar la vida de su General.
Termina la lucha, vencimos a los realistas, salgo de la iglesia y empiezo a gritar de alegría - ¡¡¡ GANAMOS, GANAMOS !!!- corriendo inquieta.
Sé que luego de esta batalla, San Martín pidió al gobierno de Buenos Aires, que, a la familia del Sargento Cabral, al igual que a las familias de los caídos, se les pague una pensión. ¡Qué grande este hombre!, siempre pensando en los demás.
Del sable de San Martín empiezan a salir destellos.
- Supongo que este es el adiós mi General, la pasé de maravilla, tal vez esté un poco aturdida por los cañones, pero me fascinó-, dije con lágrimas en los ojos.
- Pequeña, antes, cuéntame cómo está el futuro-.
-Está bien, sólo que hubo una enfermedad que nos distanció de todo. Cuando la gente salía y no se cuidaba, se contagiaba. Logramos recuperarnos, pero mucha gente murió-.
- ¿Y cómo afrontaron esa situación? Espero que unidos, porque siempre fue esa mi actitud, no participé de las peleas internas de mi país, eso no nos llevaba a nada bueno, y me alejé… - y me continuó diciendo: -Bueno niña, pero ahora están bien y si siempre tienen presente el respeto por la verdad y la condena la mentira, si tienen amor por la Patria y la libertad, luego no nos pasará nada, porque somos argentinos guerreros que nunca se rinden. Adiós pequeña-.
- Adiós Padre de la Patria, y gracias por enseñarnos que estar unidos nos hace más fuertes.
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